Este viernes, 1 de enero, entrará en vigor la ampliación del permiso de paternidad a 16 semanas. Así, los permisos serán de igual duración para padres y madres, y también serán intransferibles y pagados al 100%, tal como pedía la PPIINA desde 2005.
Pero, con las trampas del decreto que regula la ampliación, los padres no podrán utilizar su permiso para turnarse con las madres y quedarse al cargo de su bebé porque 1) las 6 primeras semanas tendrán que tomárselas forzosamente a partir del nacimiento, o sea simultáneamente con la madre; y 2) las otras 10 semanas tendrán que tomárselas cuándo y cómo la empresa se lo permita.
La PPIINA ha denunciado, desde su promulgación, estas y algunas otras trampas que se colaron en la letra pequeña del RDL 6/2019. Hemos repetido hasta la saciedad tres preguntas fundamentales:
- ¿Por qué no se permite a madres y padres turnarse en el cuidado una vez que la madre biológica está recuperada del parto?
- ¿Por qué se ha perdido el derecho a tomarse la totalidad del permiso a tiempo completo, en las fechas en las que el bebé lo necesita, mediante simple comunicación a la empresa?
- ¿Por qué estas cortapisas se introducen en la legislación precisamente cuando por fin se trata de que los hombres se incorporen al cuidado o, dicho de otra manera, cuando por fin las empresas tendrían que prescindir también de los hombres durante una temporada?
Durante todo este tiempo, se nos quería hacer creer que se trataba de «pequeños detalles» de redacción sin importancia, pero a la hora de cambiarlos se objetaba su dificultad por su «trascendencia económica, pues afecta a la capacidad de las empresas para organizarse».
Entendemos muy bien que muchas empresas prefieran que los hombres estén de permiso a la vez que las madres o cuando tengan menos carga de trabajo, pues así seguirán disponiendo de ellos, aunque sea de manera parcial o informal. Pero el problema es de qué parte se pone el Gobierno. Y este gobierno, en lugar de asegurar a todas las personas trabajadoras el ejercicio de un derecho fundamental para cuidar de sus criaturas, ha preferido ceder a las presiones empresariales.
Hemos pedido insistentemente al Gobierno que elimine estas trampas. El pasado 14 de diciembre, como último recurso, entregamos por Registro una petición firmada por 86 organizaciones para que lo hiciera antes del 1 de enero. Pero este clamor feminista y social no ha sido escuchado. Ahora solo nos queda denunciar que el Gobierno no está de parte de la ciudadanía.
Porque un gobierno que no garantiza el derecho de los padres a quedarse al cargo de sus bebés tanto como las madres, no puede decir que está por la corresponsabilidad ni porque las mujeres dejemos de ser la mano de obra más precaria y fácil de sustituir.
A falta de un permiso que permita a los hombres cubrir su parte alícuota de cuidado en el hogar, las mujeres tendremos que seguir recurriendo a las excedencias y a las reducciones de jornada que nos dejan sin ingresos y, por lo tanto, dependientes económicamente de los hombres, en la precariedad y en la pobreza. Denunciamos la hipocresía del Gobierno cuando dice que quiere la igualdad en el empleo y, a la vez, se niega a una medida tan fácil y efectiva para ayudarnos.
Ya basta de palabrería, el Gobierno ha demostrado que verdaderamente no apuesta por la igualdad.
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