Seguimos en campaña de recogida de firmas y los medios de comunicación se siguen haciendo eco.
El diario Publico nos ha dedicado su editorial del día 5 de Abril firmado por Jorge Calero que reproducimos aquí:
Iguales e intransferibles” es el lema de la campaña que impulsa desde hace unas semanas la PPIINA, Plataforma por Permisos Iguales e Intransferibles de Nacimiento y Adopción . ¿Por qué “iguales”? Para que ambos progenitores puedan hacerse cargo por igual de las responsabilidades que implica la maternidad y la paternidad. ¿Por qué “intransferibles”? Para que los derechos que le corresponden al padre no acaben en su mayor parte transferidos a la madre, que es lo que suele suceder cuando los permisos son conjuntos o transferibles.
Aparte de ser sencilla, la propuesta tiene sentido: los permisos de nacimiento actuales refuerzan una división del trabajo entre hombres y mujeres que, además de ser muy poco equitativa, cada vez se adecua menos a la realidad. Se trata de la división entre las actividades del hombre en la producción y las actividades de la mujer en la reproducción y el cuidado. Unos permisos iguales e intransferibles permitirían avanzar (ya sabemos que lentamente) hacia una situación más equilibrada.
Los permisos de paternidad tienen una corta historia en España. En el Plan Concilia (2005), destinado a funcionarios, se incorporó un permiso de paternidad de diez días. Posteriormente, la Ley de Igualdad, de 2007, amplió el permiso de paternidad a todos los trabajadores y extendió su duración a trece días. La Ley preveía una extensión hasta las cuatro semanas en el plazo de seis años, pero tal ampliación pasó a ser un objetivo de legislatura en el programa electoral del PSOE y el pasado mes de diciembre el Congreso de los Diputados aprobó una proposición de ley para acortar el plazo establecido por la Ley de Igualdad.
Sin embargo, el permiso de paternidad de cuatro semanas es únicamente un paso en el camino hacia permisos iguales e intransferibles. ¿Cuáles son las críticas más frecuentes a tales permisos? La más trivial apunta que la maternidad exige una recuperación física y una disponibilidad durante la lactancia, mientras que la paternidad no. Pero, recordemos, no se trata de reducir el permiso de las mujeres, sino de extender el de los hombres. Una segunda objeción señala que los permisos iguales e intransferibles son una suerte de ingeniería social, que intenta adaptar las prácticas familiares reales a unas pautas diseñadas artificialmente. Pero sería ingenuo pensar que cualquier prestación social no tiene, de hecho, un efecto similar. No es más “natural” o “neutral” el sistema actual de permisos de maternidad y paternidad simplemente por ser el que conocemos.
Finalmente, se plantea como crítica que los permisos paternos más largos suponen un gasto público mayor en un contexto de déficit público rampante. Sobre este último punto sólo queda decir que las prioridades para los diferentes gastos públicos se establecen mediante procesos políticos. Y que, probablemente, no sea fácil encontrar un destino mejor para nuestros recursos que apoyar la natalidad, la conciliación entre trabajo y familia y la contención de las desigualdades de género.
Jorge Calero es catedrático de Economía Aplicada