ChapaPIINA1Soraya Sáenz de Santamaría se incorporó a sus actividades pocos días después de ser madre. Esta decisión está provocando muchos comentarios y debates; en algunos casos se la apoya pero en la mayoría se cuestiona su decisión. Son muchas las personas que consideran que cuando una mujer con relevancia política no se toma el permiso de maternidad perjudica al resto de las mujeres. Se considera que el trabajo que se ha hecho por laconciliación de la vida laboral, familiar y personal deja de tener validez si una mujer, dirigente del partido que va a gobernar, no disfruta del permiso de maternidad.

La pregunta que nos hacemos desde la PPIINA es por qué se cuestiona tanto el hecho de que una mujer se incorpore al trabajo pocos días después de ser madre y no se cuestiona lo mismo en el caso de los hombres: ¿No necesitan las niñas y los niños la presencia y el afecto de sus padres? ¿No son los hombres capaces de cuidar a un/a recién nacido/a?

Estamos de acuerdo en que no se trata de que las mujeres renuncien a su vida personal para poder estar en política o en un puesto de dirección, sino de que cambie la política y el mercado de trabajo para que las mujeres no se vean discriminadas. Pero este objetivo no podrá conseguirse sin la incorporación de los hombres al cuidado en los mismos términos que las mujeres. Y para ello, la medida más emblemática consiste en conceder a cada progenitor/a el mismo permiso, intransferible, con la misma parte obligatoria y pagado al 100% del salario. Así, ambos/as podrían organizarse libremente para el cuidado del bebé una vez recuperada la madre biológica (y entre todas las posibles opciones estaría, por qué no, que el padre fuera el primero que se tomara su permiso). El problema es que actualmente esto no es posible para las personas asalariadas: legalmente la madre tiene un permiso de maternidad de 16 semanas (de las cuales 6 obligatorias); mientras que el padre solo tiene un permiso de paternidad de dos semanas voluntarias.

Defendemos los permisos parentales iguales e intransferibles con el fin de que la igualdad real sea un hecho. Es evidente que los estereotipos de género siguen primando cuando hablamos del cuidado de la familia; seguimos con la idea de que los hombres no pueden cuidar de su prole. Conciliar es cosa de todas y de todos, por eso no se debe criticar la postura de Sáenz de Santamaría.

Las mujeres son cuestionadas siempre que deciden dedicar su tiempo al trabajo remunerado, pero nunca cuando limitan su carrera profesional para cuidar de la familia. En el caso de los hombres ocurre lo contrario: se les crítica o mira mal si ponen por delante la familia al trabajo remunerado ¿No es esto una clara muestra de sesgo de género? ¿No implica que se siga viendo a las mujeres esencialmente en su papel de madres – esposas – hijas, en definitiva cuidadoras?

Los roles y estereotipos que limitan la vida profesional de las mujeres tienen que eliminarse, y los permisos de maternidad/paternidad iguales e intransferibles son una condición necesaria para lograrlo.

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