El 1 de enero de 2011, por fin, el permiso de paternidad pasará de 13 días a 4 semanas, en virtud de la Ley (9/2009) aprobada en octubre de 2009.
La PPIINA ya explicó en un comunicado
que esta ampliación es positiva en cuanto a que mejora la situación anterior, pero sigue estando muy lejos del objetivo de equiparación a las actuales 16 semanas del permiso de maternidad.
Además de su corta duración, el permiso de 4 semanas que entra en vigor el 1 de enero de 2011 tiene un problema importante: no está pensado para que los padres se turnen con la madre en el cuidado de su bebé.
Actualmente los padres se toman sistemáticamente las dos semanas en los primeros días después del nacimiento, para así cubrir el tiempo de recuperación del parto. Es fácil comprender que, pasados esos primeros días de emergencia familiar, lo que muchas parejas necesitarán será turnarse para alargar al máximo el periodo cubierto por ellos/as antes de necesitar cuidado externo.
Pero su diseño lo impedirá porque, según la Ley, las cuatro semanas deben tomarse ininterrumpidamente.
En la Función Pública, además, la única posibilidad es disfrutarlas “a partir de la fecha del nacimiento” (Art. 2). Así que los funcionarios deberán tomárselo todo durante las cuatro primeras semanas, que para la madre son obligatorias.
¿Y después qué?
En el Sector Privado sí es más flexible: pueden tomárselo durante el permiso de maternidad o inmediatamente después de su finalización (Art. 1).
Pero en la realidad también tendrán que tomárselo simultáneamente al de la madre, porque generalmente las 16 semanas de maternidad se prolongan con la acumulación de las horas de lactancia, que van de 2 a 4 semanas según el convenio. Así que la mayoría de los padres se encontrarán con la disyuntiva de, o quedarse un mes entero a partir del nacimiento, o bien abandonar a la madre los primeros días para luego tomarse un mes que también coincidirá, total o parcialmente, con el permiso de la madre.
Este fallo desvirtúa, en parte, la utilidad de la ampliación para contribuir a lo que es verdaderamente urgente e inaplazable: que los padres asuman el 50% del tiempo de cuidado; que los niños/as vean que su papá se queda al cargo el mismo tiempo que su mamá; y que las empresas vean que los hombres son tan necesarios en sus casas como las mujeres. Ahora, con este diseño, es previsible que se presione más a los trabajadores para que acorten su permiso; en definitiva, que el gran éxito que está teniendo el permiso de paternidad se vea empañado.
En el primer semestre de 2010, el número de padres que accedió al permiso de paternidad subió respecto al primer semestre de 2009
, a pesar de la dramática caída en el número de nacimientos y a pesar de la crisis económica.
¿Seguirá la tendencia?
Lo dudamos, a menos que se reforme. Pero cualquier reforma parcial será insuficiente y contradictoria mientras no aborde el problema principal: la desigualdad existente entre los roles paterno y materno.
La PPIINA cree que la única solución es una ley de reforma integral de los permisos, que:
- Establezca que los permisos por nacimiento y/o adopción deben concederse a cada progenitor de tal manera que sean INTRANSFERIBLES, DE IGUAL DURACIÓN y CON LA MISMA PARTE OBLIGATORIA.
- Especifique las medidas transitorias necesarias para aumentar progresivamente el permiso de los padres (o del ‘otro progenitor’) hasta llegar en un plazo razonable a la igualdad, empezando por ESTABLECER DEINMEDIATO LAS SEIS SEMANAS OBLIGATORIAS PARA LOS PADRES (es la parte obligatoria que ya tienen las madres)
Ahora que ya tenemos las cuatro semanas, disfrutémoslas. Pero es un parche, llega tarde y se queda corto. ¡Lo que necesitamos es la igualdad total!